¿Has pasado por una artroscopia de rodilla y notas que la articulación está rígida, como si no quisiera moverse? No eres el único. Esa sensación de bloqueo o tensión es frecuente después de la cirugía, y aunque al principio puede generar preocupación, en la mayoría de los casos tiene solución.
En consulta veo a menudo pacientes que, tras la operación, esperan una recuperación rápida y se sorprenden al encontrarse con una rodilla que no dobla o estira como debería. La clave está en entender por qué ocurre y actuar pronto para evitar que el problema se prolongue.
Rigidez rodilla después de artroscopia: soluciones y prevención
La rigidez postoperatoria aparece sobre todo por la inflamación y la falta de movimiento en los primeros días. Incluso unas horas de inmovilización excesiva pueden favorecer que la rodilla pierda flexibilidad. Por eso, comenzar la movilización de forma temprana, bajo control médico o de fisioterapia, es una de las medidas más eficaces para prevenirla.
Causas más frecuentes
La inflamación postquirúrgica es, con diferencia, la causa más común. El líquido acumulado dentro de la articulación aumenta la presión y dificulta que la rodilla se mueva libremente. También es habitual que se forme tejido cicatricial en exceso (fibrosis), lo que puede generar adherencias internas. El dolor mal controlado es otro enemigo: si duele, tendemos a no mover, y eso refuerza el círculo de rigidez.

Otras veces, la rehabilitación comienza demasiado tarde o de forma insuficiente. También puede influir una mala mecánica al caminar, apoyar mal el peso o, simplemente, el miedo a mover por temor a “estropear” la operación. En casos menos frecuentes, hay complicaciones como infecciones o pequeños sangrados internos que agravan la limitación.
Síntomas de alerta
Es normal tener molestias y cierta limitación las primeras semanas, pero hay señales que deben ponerte en guardia: no poder doblar o estirar más allá de lo esperado, dolor que aumenta con los días, bloqueo interno o una hinchazón que no baja en dos o tres semanas.
Cuánto dura la rigidez
Cuando la recuperación va bien, la movilidad mejora de forma clara en las primeras cuatro a seis semanas. Si a los tres meses no hay cambios significativos, conviene valorar con pruebas si existe artrofibrosis u otra causa que esté impidiendo el avance.
Cómo recuperar la movilidad
El tratamiento combina varias estrategias. La movilización temprana es fundamental: no se trata de forzar, sino de mover con suavidad desde el primer o segundo día. Controlar la inflamación con frío, elevación y reposo relativo ayuda a que el tejido interno se relaje. Los ejercicios de extensión y flexión deben ser parte del día a día, así como el fortalecimiento progresivo de cuádriceps y glúteos.
En algunos casos se recurre a técnicas manuales de fisioterapia para romper adherencias o mejorar la elasticidad. Todo esto requiere constancia: moverse a diario es mucho más importante que hacer una sola sesión intensa a la semana.
Ejercicios clave
Entre los más útiles está la extensión con toalla bajo el tobillo, el deslizamiento del talón hacia uno mismo y las elevaciones de pierna recta para activar el cuádriceps. Son simples, pero efectivos para mantener fuerza y movilidad. Eso sí, siempre deben realizarse con supervisión, sobre todo en las primeras semanas.

Inflamación y rigidez: una relación directa
Si la rodilla sigue inflamada, será más difícil que recupere su rango de movimiento. Por eso, el control de la inflamación no es un detalle secundario, sino parte central de la recuperación.
Cuándo pedir ayuda
Si después de seis semanas no notas mejoría tras la artroscopia de rodilla en Barcelona, el dolor va a más o sientes que la rodilla se bloquea, es momento de acudir al traumatólogo. Una valoración a tiempo puede evitar que el problema se cronifique.
Consejos finales
La recuperación es más rápida cuando se empieza pronto, se combina trabajo de movilidad y fuerza, y no se deja que el miedo al movimiento frene el proceso. Es normal que haya días mejores y peores; lo importante es no interrumpir el progreso.
Truco del traumatólogo
Un gesto sencillo que recomiendo a mis pacientes es el “bombeo” del cuádriceps. Consiste en contraer y relajar el músculo varias veces al día, tumbado o sentado, como si quisieras empujar la parte trasera de la rodilla contra la cama. Mejora la circulación, ayuda a drenar el exceso de líquido y mantiene el músculo activo sin forzar la articulación.
Conclusión
La rigidez de rodilla después de una artroscopia es molesta, pero no tiene por qué ser permanente. Con atención temprana, control de la inflamación y ejercicios adecuados, la gran mayoría de pacientes recupera su movilidad por completo.
Si no puedes venir a mi consulta en Barcelona, puedes hacer una consulta online para analizar tu caso y decidir el mejor plan de tratamiento para ti.